Síntesis del libro Robot-Proof Higher Education in the Age of Artificial Intelligence por Joseph E. Aoun

En tiempos recientes, los avances tecnológicos, en particular en el campo de la inteligencia artificial (IA), han suscitado temores sobre el futuro del empleo humano. Según encuestas, la preocupación de los estadounidenses sobre los robots reemplazando empleos humanos supera incluso el miedo a la muerte.

La resistencia a la tecnología no es algo nuevo. Los luditas, por ejemplo, se convirtieron en símbolos de oposición al desplazamiento tecnológico. A medida que la educación superior comenzó a evolucionar, se centró en activar el conocimiento y promover el progreso económico y social. Esta transformación subrayó la necesidad de una formación que fuera gratuita, universal y no sectaria.

No obstante, con el tiempo, las universidades también se convirtieron en motores del progreso tecnológico. Si bien históricamente hemos encontrado nuevas industrias y roles, hoy enfrentamos desafíos como la «economía colaborativa» o “gig economy”, donde los trabajadores a menudo ganan ingresos suplementarios y carecen de la seguridad de empleos tradicionales poniendo en entredicho la ética y el lado humano de estos nuevos modelos de negocio. No obstante, la creatividad humana sigue siendo nuestro as bajo la manga. La educación debe recalibrarse hacia un aprendizaje continuo, donde se promueva el desarrollo de habilidades intrínsecamente humanas.

Pero el ser humano posee una habilidad única: la creatividad. Ante la automatización, es imperativo remodelar la educación hacia un enfoque de aprendizaje continuo, cultivando habilidades que las máquinas no pueden replicar.

El sistema educativo debe evolucionar para centrarse en el «humanics», una disciplina que combina el dominio del contenido técnico con capacidades cognitivas que son a prueba de robots. En «humanics», se destacan tres nuevas alfabetizaciones requeridas en la nueva educación: alfabetización tecnológica, alfabetización de datos (big data) y alfabetización humana. La primera se refiere a entender las máquinas más allá de su uso superficial. La segunda, a descifrar y aplicar el significado detrás de grandes cantidades de datos. Y la tercera, a comprender y valorar las relaciones humanas y la diversidad en un mundo cada vez más interconectado.

En el contexto actual, donde la IA y la robótica avanzada amenazan con superar nuestras habilidades cognitivas, debemos valorar más que nunca capacidades cognitivas esenciales en este nuevo mundo: pensamiento crítico, pensamiento sistémico, espíritu empresarial y agilidad cultural.

El pensamiento crítico nos permite analizar y aplicar ideas de forma fructífera, algo que las máquinas aún no pueden replicar. El pensamiento sistémico, por su parte, es vital para abordar los problemas que nos desafían, siendo crucial para líderes y emprendedores. Hablando de emprendimiento, se estima que un alto porcentaje de los niños de hoy trabajará en empleos que aún no existen, roles que serán creados por emprendedores visionarios. Finalmente, la agilidad cultural se presenta como una competencia esencial en un mundo globalizado, permitiendo una efectiva interacción y resolución de problemas en contextos multiculturales.

También es fundamental abordar las cuestiones éticas que surgen de la convivencia con máquinas inteligentes. Desde los principios que deben regir su diseño hasta las desigualdades que podrían amplificar.

El propositivismo social digital emerge como una filosofía que busca aprovechar la tecnología para el beneficio social, especialmente en educación. Bajo esta lente, el aprendizaje experiencial se destaca, combinando teoría y práctica y preparando a los estudiantes para un mundo tecnológico. Este enfoque no solo cultiva habilidades cognitivas, sino que también promueve valores y ética en un entorno digital.

Las preocupaciones éticas vinculadas a las máquinas inteligentes, desde su diseño hasta las desigualdades potenciales, no pueden ser ignoradas. El propositivismo social digital propone abordar estas cuestiones con un enfoque centrado en la justicia social, garantizando que la tecnología se desarrolle y utilice de manera que beneficie a todos.

La intersección de la tecnología y la humanidad encuentra una encarnación vibrante en «Tantuyo». La iniciativa subraya la importancia de las capacidades cognitivas, como el pensamiento crítico y la agilidad cultural, al promover la conexión humana genuina en un mundo dominado por la IA y la tecnología. «Empareja.Me«, por ejemplo, supera la superficialidad tecnológica al priorizar conexiones genuinas basadas en propósitos y objetivos compartidos, abordando la esencia del pensamiento crítico y la agilidad cultural. Mientras que en sus siguientes etapas 2 (Activity Matcher) y 3 (AnyPark&B) se refuerzan el valor de la experiencia real en contraste con la absorción pasiva de información, resaltando la importancia del aprendizaje experiencial. En este contexto, Tantuyo no solo responde a los desafíos actuales, sino que anticipa las necesidades futuras de la sociedad, ejemplificando el propositivismo social digital en acción.

El propósito y los valores de Tantuyo, que abarcan desde el amor y el respeto hasta el propositivismo y la propuesta, encarnan un enfoque ético hacia el desarrollo de la IA y la tecnología. Mientras que muchas empresas y proyectos pueden quedarse atrapados en los dilemas éticos presentados por las máquinas inteligentes, Tantuyo avanza con un norte claro: transformar México y, a través de su liderazgo, el mundo. Las etapas progresivas, desde la reconexión hasta la digitalización nacional, reflejan un compromiso con la justicia social, garantizando que las innovaciones tecnológicas sirvan al bienestar humano y no al contrario. En el corazón de Tantuyo yace una visión optimista y ambiciosa para el futuro, donde la tecnología y la humanidad no solo coexisten, sino que florecen juntas en armonía.

En la encrucijada de la revolución tecnológica, el aprendizaje experiencial se erige como el faro que guía a los estudiantes hacia un futuro dominado por la inteligencia artificial y la digitalización. Tantuyo no solo reconoce este llamado, sino que responde al desafío, brindando un puente vital entre la teoría aprendida en aulas y la vastedad del mar de experiencias prácticas esperando afuera. Las universidades, atrapadas en charcos de tradición, a menudo limitan la capacidad de los estudiantes de sumergirse en las profundas aguas de la vida real. Tantuyo invita a los jóvenes a dejar de «jugar» en el aula y a zambullirse en acciones tangibles, impulsadas por la solidaridad y la participación activa. Así, se forjan habilidades invaluables y se cultivan valores humanos esenciales para un mañana donde la tecnología no solo coexiste con la humanidad, sino que la potencia y la enriquece.

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