En la era Post-IA, el temor a la pérdida de empleos es una preocupación legítima que muchos enfrentamos. Sin embargo, en lugar de centrarnos en lo que podríamos perder, debemos enfocar nuestra atención en las oportunidades sin precedentes que esta nueva realidad nos ofrece. La inteligencia artificial, lejos de ser una amenaza, puede ser un catalizador para replantear nuestros propósitos y elevar nuestras aspiraciones hacia metas más colectivas y de mayor impacto.
Tradicionalmente, muchos de nosotros hemos soñado con carreras que, aunque valiosas, pueden verse amenazadas por la automatización. Trabajos como el de un chofer de Uber o un diseñador gráfico podrían ser reemplazados por algoritmos y vehículos autónomos en un futuro no tan lejano. Pero en lugar de ver esto como una pérdida, debemos verlo como una llamada a subir de nivel, a aspirar a algo más grande, algo que realmente nos apasione y que aporte un valor significativo a la sociedad.
Es el momento de replantear nuestros propósitos. Si antes nuestro sueño era ser un chofer de Uber, ahora es tiempo de considerar nuevas oportunidades que nos permitan desarrollar pasiones que quizás hemos dejado de lado. Por ejemplo, el chofer de Uber podría aprovechar este cambio para dedicarse a aquello que siempre le ha apasionado, pero que nunca había tenido la oportunidad de perseguir. Tal vez es el momento de que esa persona se una a un colectivo que tenga como objetivo transformar su comunidad o incluso su país.
En este contexto, los gobiernos y las instituciones tienen un papel fundamental. En lugar de simplemente enfrentar la pérdida de empleos, pueden tomar la iniciativa para crear nuevas oportunidades laborales que no solo sustituyan los trabajos eliminados, sino que también ofrezcan mejores condiciones y un mayor bienestar a la población. La historia nos proporciona ejemplos poderosos de cómo las decisiones gubernamentales han catalizado la creación de industrias enteras y han transformado economías.
Un ejemplo notable es el de Embraer, la empresa aeroespacial brasileña que nació en 1969 gracias a la visión del gobierno brasileño. En ese momento, Brasil no tenía una industria aeroespacial significativa, pero con el apoyo estatal, Embraer no solo generó miles de empleos, sino que también posicionó a Brasil como un jugador clave en el mercado global de la aviación. Este es un claro ejemplo de cómo un gobierno, al identificar una oportunidad y fomentarla, puede crear una industria que impulsa el desarrollo económico y tecnológico del país. En la era Post-IA, podemos mirar hacia Embraer como un modelo para crear nuevas industrias que no solo mantengan, sino que eleven el bienestar de la sociedad.
Otro ejemplo histórico relevante es la creación de las Highways en Estados Unidos durante la Gran Depresión. En un momento de crisis económica, cuando millones de personas estaban sin trabajo, el gobierno de Franklin D. Roosevelt decidió invertir en la construcción de una red de autopistas que conectaría todo el país. Este proyecto no solo proporcionó empleo a millones de personas, sino que también estableció la infraestructura necesaria para el crecimiento económico durante las décadas siguientes. Las Highways transformaron el paisaje estadounidense, facilitando el comercio, la movilidad y el acceso a nuevas oportunidades. Este es otro ejemplo de cómo un proyecto visionario puede tener un impacto duradero y positivo en una nación.
Imaginemos un escenario similar en la era Post-IA, donde los gobiernos lanzan nuevas iniciativas tecnológicas que requieren la colaboración de técnicos, distribuidores, manufacturadores y otros profesionales. Un ejemplo podría ser la creación de una nueva marca de autos autónomos, un proyecto que no solo generaría nuevos empleos, sino que también fomentaría la creación de colectivos que cuiden de sus miembros, proporcionando mejores prestaciones, salarios y oportunidades que cualquier empresa tradicional podría ofrecer.
Este es el tipo de cambio que necesitamos en la era Post-IA. No se trata solo de evitar la pérdida de empleos, sino de construir un futuro donde las oportunidades sean más significativas y gratificantes. Es el momento de que todos, especialmente los jóvenes y futuros líderes, piensen en grande y aspiren a propósitos que no solo beneficien a uno mismo, sino que también tengan un impacto positivo en la sociedad.
La inteligencia artificial es una herramienta poderosa que, cuando se utiliza correctamente, puede ayudarnos a alcanzar estos objetivos. Sin embargo, para lograrlo, debemos ser proactivos en replantear nuestros sueños y aspiraciones, elevándolos a un nivel que refleje las oportunidades y desafíos de nuestra era. Es el momento de dejar de lado el miedo y de abrazar la posibilidad de un futuro donde todos tengamos un lugar y un propósito en la construcción de un mundo mejor.
Así que, a los estudiantes que leen esto, les digo: No teman a la inteligencia artificial. Más bien, véanla como una oportunidad para redefinir sus metas y aspiraciones. Utilicen este momento para replantear su propósito, para elevar sus sueños a algo que realmente importe. Porque en este nuevo mundo que estamos construyendo, aquellos que sepan aprovechar las oportunidades serán los verdaderos líderes y transformadores del futuro.
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