¿Quién es tu dueño?» Las respuestas podrían variar: «mi esposa», «mi madre», «mi trabajo», «mi país».
Pero, ¿alguna vez has pensado en Google o Apple como tu dueño?
Vivimos en una era donde la tecnología ha permeado cada aspecto de nuestra vida. Personalmente, confío en Google. Le he entregado toda mi información: correos, documentos, fotos, ubicaciones. Esta empresa podría alimentar a una IA que me conociera muy profundamente, al grado de pronosticar cada cuanto voy al baño, a cambio me da algo invaluable para mí, la protección de salva guardar mis datos con avanzadas medidas de seguridad, defendiéndolos de millones de ataques cibernéticos, hackers, bajones de luz, información corrupta, catástrofes naturales, etc.
Pero, ¿alguna vez te has preguntado cómo financian esa seguridad? La respuesta es sencilla: a través de nuestros datos. Como se menciona en el documental de Netflix «The Social Dilemma», «Si no pagas por el producto, es porque tú eres el producto». Nuestra información es invaluable, alimenta las inteligencias artificiales que reconocen rostros, analizan patrones de comportamiento y mucho más.
Personalmente diría por que confió más en Google en tener mis datos, que a mi gobierno, por lo menos de momento. Nos quejamos de tener solo dos opciones políticas, pero no recordemos que al usar poder sólo usar Google o Apple como un dispositivo móvil, cedemos nuestra privacidad sin darnos cuenta que no tenemos escape, si no es gata es gato. ¿Cuándo rechazaste los términos y condiciones de las Apps que tienes? Mucho menos preguntar si conoces tus derechos y leyes como Mexicano, si no es guatemala es guaterpeor.
Enfrentamos decisiones como las de Mercado Libre, que requiere acceso a nuestra información crediticia para permitirnos vender en su plataforma. La dependencia es inevitable y la privacidad se convierte en un lujo. Estamos atrapados en un sistema donde la ilusión de elección nos oculta la verdadera falta de control que tenemos sobre nuestros datos, firmamos contratos cada año que a cambio nos dan anuncios, nos distraen de la realidad a cambio de utilizarlos.
Es crucial cuestionar a quién entregamos nuestros datos y exigir beneficios a cambio. La información que compartimos tiene el potencial de impulsar significativos avances tecnológicos. Es hora de redefinir los términos y condiciones, de exigir que nuestros datos sean utilizados de manera que nos beneficien directamente. No se trata solo de aceptar los famosos términos de uso sin leerlos, sino de tener la capacidad de decidir conscientemente cómo se utilizan nuestros datos y para qué fines. Debemos tener la posibilidad de poner nuestros propios filtros para elegir los términos y condiciones que mejor se adapten a nuestras necesidades y controlar verdaderamente nuestra privacidad.
Un aspecto fundamental para garantizar nuestra privacidad y optimizar el uso de nuestros datos es la interconectividad entre plataformas. Necesitamos la libertad de elegir sistemas operativos y servicios con diferentes funcionalidades, y es esencial que el Estado garantice la interconectabilidad entre plataformas que manejan datos siempre y cuando el usuario lo permita. Por ejemplo, un hospital podría tener acceso a los datos bajo estándares internacionales de tu SmartWatch, ya sea de Samsung, Apple o cualquier marca, garantizando los mismos estándares de seguridad que utilizan estas compañías para almacenar la información. De esta manera, evitamos la duplicación de información y hacemos más accesibles los datos utilizados por las inteligencias artificiales y el Big Data, promoviendo un uso más eficiente y seguro de nuestros datos.
Este proceso se facilita aplicando un concepto inverso de términos y condiciones. No se trata de aceptar los términos de cada empresa individualmente, sino de establecer nosotros mismos nuestros propios límites y acuerdos en un Wallet digital. Este Wallet funcionaría como un mercado digital donde las empresas pueden licitar por nuestros datos a cambio de resultados alineados en ayudarnos a alcanzar propósitos, mejorar nuestra vida y lograr un mayor bienestar.
A través de este filtro, que se inicia con nosotros, se debe fomentar una diversidad de ideas, aplicaciones, plataformas y proyectos digitales entre los cuales podemos elegir. Este enfoque no solo nos da control sobre una de las cosas más valiosas que nos quedan, nuestra identidad, sino que también promueve la innovación y la competencia justa, orientada a beneficiar al usuario.
En este contexto, surge Tantuyo. Esta organización busca fomentar prácticas transparentes donde las personas puedan participar activamente en las decisiones. A través de plataformas como conoceme, conoce.me, y empareja.me, Tantuyo ofrecerá beneficios tangibles a cambio de datos, permitiendo a las personas decidir cómo y para qué se usan sus datos. La interconectividad de estos datos será clave para crear un ecosistema de aplicaciones que se complementen y se adapten a las necesidades de los usuarios.
Nuestra visión es crear un ecosistema de soluciones donde cada miembro pueda contribuir y beneficiarse. No se trata de centralizar el poder, sino de construir un futuro colaborativo. No tengo todas las respuestas, pero sí una visión clara de un futuro mejor. Para lograr esto, necesitamos expertos y participantes que se unan y co-creen soluciones.
Invitamos a todos aquellos interesados en ser parte de esta transformación a unirse a Tantuyo. Queremos escuchar tus ideas, aprender de tus experiencias y trabajar juntos para crear un sistema más justo y equitativo. Juntos, podemos hacer un upgrade a nuestras formas sociales, económicas y políticas, y construir un futuro donde nuestros datos trabajen para nosotros.
La revolución de la privacidad y la transparencia está a nuestro alcance. Se trata de tomar el control de nuestros datos y exigir que se utilicen para nuestro beneficio. Es el momento de redefinir nuestra relación con la tecnología y construir un futuro donde la colaboración y la equidad sean los pilares fundamentales. Tantuyo es solo el comienzo de este viaje hacia un nuevo paradigma socioeconómico.
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