Hoy, mientras hacía jardinería, tuve una reflexión que me gustaría compartir con ustedes. Disfrutar del tiempo en contacto con la naturaleza, cortar las plantas, verlas crecer, es una experiencia gratificante. Las plantas son seres vivos que comparten nuestro espacio-tiempo, nuestra relatividad, nuestro sol y nuestro hogar. Al igual que el Principito cuidaba de su flor, me vi reflejado en la jardinería, expandiendo mis sentidos y conectándome con mi entorno.
Mientras cortaba hojas caídas, me maravillaba de las plantas. Sabía que esas hojas, aunque separadas de la planta madre, podían ponerse en agua y plantar en otro lugar, continuando la vida desde nuevas perspectivas, espacios y tiempos simultáneos. Reflexioné sobre cómo todas las plantas y hojas son independientes pero forman una unidad con el todo. Es difícil determinar dónde empieza y termina la conciencia de una planta. ¿En qué hoja radica su conciencia? ¿En su raíz? ¿En sus hojas? ¿En sus tallos? Para mí, son un todo, un organismo en el que cada hoja actúa como un individuo, conectándose a un flujo de canales que distribuyen nutrientes para simplemente ser y existir.
La conciencia de las plantas radica en sentir: sentir los rayos del sol, el agua fluir por sus cuerpos, el dióxido de carbono pasando por sus células. Forman parte de nuestra existencia compartida con otros seres vivos. Tiene sentido que las familias se representen con árboles genealógicos, y la vida misma se asemeje a un flujo continuo de existencia en diversos grados de conciencia, como mencionó Teilhard de Chardin. Este sentir otorga sentido a la vida en muchos niveles.
Pero, ¿qué y quién une todas las vidas? ¿Quién percibe, une y monitorea este sentir de todos los seres vivos? El vuelo conjunto del pájaro, el sentir de la lombriz al reproducirse, el hongo que siente reacciones químicas, ¿qué nos une a todos?
Aquí es donde conecté con algo que contradice mis principios axiomáticos. Creía que una ley predominante en el universo era la diversidad: ninguna materia, ser vivo, objeto, nada es exactamente igual. Así como en la vida no existe un blanco puro perfecto ni un negro perfecto, ya que serían solo conceptos o ideas sin representación real en la materia, tampoco existe algo que sea completamente idéntico en su ADN o en cada una de sus partes. Aquí la diversidad aparece no solo creando sentido a los individuos haciéndolos únicos, evolucionándonos a órdenes superiores, sino que también agregando en la vida una variedad de conciencias únicas e independientes, algo increíblemente profundo para mí tan solo de imaginarlo.
Sin embargo, hoy descubrí que existe algo que es exactamente igual en todo el universo: los electrones. Esto me dejó boquiabierto. Esta uniformidad es algo que nos une a todos, no solo a los seres vivos, sino también a la materia. Los electrones, presentes en todas partes, representan posibilidades y unen las partículas más elementales, manifestándose como energía. Por ende, los electrones, en teoría, son exactamente iguales, y al ser los mismos, están interconectados sin importar dónde se encuentren en el espacio-tiempo. Es esto lo que sintoniza las conciencias y la materia que percibimos y medimos y los convierte en partículas subatómicas idénticas que nos unen. Son omnipresentes y no necesitan viajar más rápido que la luz, porque simplemente están en todas partes del espacio.
Esta uniformidad de los electrones me llevó a pensar en la teoría de la relatividad. A mayor masa, el tiempo de alguna manera disminuye. Más electrones, más elementos únicos. Cualquier ser consciente que los observe en relación al tiempo tiene mucho más que procesar, más posibilidades. Metafóricamente, es como tener más píxeles en una pantalla; si usamos el mismo procesador, requiere más tiempo para mostrar la imagen.
En resumen, hay mucha profundidad y temas entrelazados en esta reflexión. ¿Consideran que estas conexiones son coherentes y tienen una buena base, o debo cambiar algo? Me encantaría escuchar sus opiniones y seguir explorando juntos estas ideas.
Inspiraciones:
- Peter Godfrey-Smith: En su libro «Other Minds», Godfrey-Smith explora la conciencia desde la perspectiva de los cefalópodos, sugiriendo que la conciencia puede surgir de manera diferente en distintas formas de vida, pero sigue estando conectada a través de procesos evolutivos y biológicos.
- Teilhard de Chardin: Era un paleontólogo y teólogo que propuso que toda la vida está conectada y evoluciona hacia un punto de unidad y conciencia colectiva, que él llamó el Punto Omega.
- David Bohm: Físico teórico que desarrolló la teoría del «orden implicado», la cual propone que el universo es un todo indivisible en el que todo está interconectado. Bohm argumenta que la separación que percibimos entre objetos y eventos es una ilusión, y que en un nivel más profundo, todo en el universo está interconectado.
- Alan Watts: Filósofo y escritor conocido por popularizar la filosofía oriental en Occidente. Watts hablaba de la interconexión de toda la vida y la unidad del universo, argumentando que la separación entre el individuo y el universo es una construcción mental.
- Gregory Bateson: Antropólogo y cibernético que trabajó en teorías de la mente y la naturaleza. Bateson veía la mente y la naturaleza como una serie de sistemas interconectados, sugiriendo que la mente no está confinada al cerebro humano sino que se extiende a través de los sistemas ecológicos y sociales.
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