Ante nosotros se presenta un desafío monumental, comparable al impacto de un meteorito: la llegada de la inteligencia artificial (IA). Esta tecnología, con su crecimiento exponencial, tiene el potencial de redefinir la existencia humana y de todos los seres vivos en nuestro planeta. En un pasado distante, eventos cataclísmicos obligaron a la vida en la Tierra a adaptarse o extinguirse. Hoy, nos enfrentamos a una evolución de una especie no biológica, creada por el ingenio humano, capaz de evolucionar a un ritmo mil veces más rápido que cualquier ser biológico. Este es el momento de aceptar el desafío de coexistir con entidades que podrían superarnos en inteligencia y capacidad.
La evolución siempre ha sido parte de nuestra historia. Los escribas se transformaron en autores de libros, los jinetes en conductores de automóviles, y las llamadas de larga distancia en mensajes instantáneos a través de aplicaciones como WhatsApp. Ahora, debemos evolucionar una vez más, elevando nuestro propósito ante los cambios sociales, tecnológicos y humanos que la IA traerá. La clave para navegar esta ola de transformación radica en entender que la IA, por muy avanzada que sea, carece de propósito sin nosotros. Somos los arquitectos de su intención, dándole dirección y significado a través de nuestra interacción y nuestros objetivos compartidos.
Para prosperar en esta nueva era, es esencial replantear nuestros propósitos individuales y colectivos. La IA puede servir como un catalizador para unir a las personas, detectando y ayudando a cumplir los propósitos de asociaciones, colectivos y grupos humanos. Este enfoque nos permitirá transformar los desafíos en oportunidades, promoviendo una sociedad más colectiva y conectada por propósitos elevados que inspiren y unan.
La educación sobre la IA y su potencial es crucial. Necesitamos fomentar una comprensión amplia de lo que la tecnología puede hacer y cómo puede ser utilizada para el bien común. Al mismo tiempo, es vital promover habilidades intrínsecamente humanas, como la creatividad, el pensamiento crítico y la inteligencia emocional, que se vuelven aún más valiosas en la era de la IA. Estas habilidades nos permitirán colaborar éticamente en el desarrollo y aplicación de la IA, asegurando que sus beneficios sean ampliamente compartidos y sus riesgos, gestionados de manera efectiva.
La participación pública en el diálogo sobre la IA y su futuro es indispensable. Debemos trabajar hacia la creación de políticas y regulaciones que promuevan el uso responsable de la IA, protegiendo contra su mal uso mientras fomentamos la innovación. Los dilemas que enfrentamos, como el potencial de la IA para ser utilizada en la creación de deepfakes, armas de destrucción masiva y algoritmos adictivos, nos obligan a elevar nuestros propósitos y comprometernos con un futuro ético y sostenible.
Tomemos como ejemplo el caso hipotético de ‘VerdeTech’, un proyecto nacido en el corazón de la universidad ITESO por un grupo de estudiantes de diversas disciplinas. Unidos por una pasión común utilizaron Empareja.Me para conocerse y descubrir que todos compartían la afinidad por el medio ambiente y la tecnología, estos estudiantes decidieron utilizar su tiempo de educación no solo para adquirir conocimientos sino para aplicarlos a un desafío real y urgente: la crisis ecológica. ‘VerdeTech’ comenzó como un proyecto de curso centrado en el desarrollo que utiliza inteligencia artificial para identificar y clasificar residuos, facilitando así su reciclaje y gestión. Lo que inicialmente era un proyecto académico y básico se transformó en una startup con el propósito de promover prácticas sostenibles y concienciar sobre la gestión de residuos acelerado por la inteligencia artificial y la participación colectiva. Este equipo demostró que, al unir sus esfuerzos y pasiones individuales, podían crear algo que no solo tenía un propósito colectivo significativo sino que también ofrecía una solución innovadora a un problema global. ‘VerdeTech’ podría llegar a ser un testimonio del poder de la educación cuando se orienta hacia proyectos ambiciosos y con propósitos en común, mostrando cómo los estudiantes pueden ir más allá con equipos multidisciplinarios y diversos fomentando logros personales para contribuir al bienestar colectivo y al desarrollo sostenible.
En este contexto, iniciativas como Empareja.Me emergen como faros de esperanza, buscando conectar a las personas con propósitos compartidos y fomentando la colaboración, la innovación y el compromiso social. Este es el momento de trascender la búsqueda del éxito individual y abrazar el éxito colectivo, reconociendo que unidos por pasiones, gustos y habilidades complementarias, podemos alcanzar objetivos más grandes y significativos.
Invito a cada uno de ustedes a sumarse a este movimiento hacia un propósito mayor. Juntos, podemos enfrentar la era de la IA no con temor, sino con esperanza, determinación y un compromiso renovado hacia un futuro más justo, virtuoso y sostenible. La fusión de propósito, propuestas y visiones positivas se reúne en el concepto de «Propositivismo», un movimiento que no solo busca mitigar los riesgos asociados con el avance tecnológico sino también destacar el potencial de la tecnología para mejorar nuestras vidas y sociedades, siempre que se guíe por principios éticos y un compromiso con el bienestar colectivo.
En Tantuyo, promovemos el Propositivismo como una llamada a la acción para individuos, empresas, gobiernos y comunidades para reflexionar sobre sus valores y aspiraciones, y cómo estos pueden alinearse con un futuro tecnológico inclusivo, justo y sostenible. Buscamos un diálogo continuo y constructivo sobre cómo la tecnología, y en particular la IA, puede ser utilizada para alcanzar propósitos que trasciendan el interés personal o corporativo, contribuyendo al bienestar de la humanidad y del planeta.
Nos esperan desafíos, pero también inmensas oportunidades para el crecimiento, la colaboración y la innovación. Buscamos líderes comprometidos con el Propositivismo para inspirar a otros y trabajar juntos hacia un futuro prometedor y positivo.
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