La filosofía ha sido siempre una herramienta poderosa para transformar el mundo. Grandes pensadores como Hegel, Kant y Aristóteles han dejado un legado que no solo se limita a la reflexión teórica, sino que busca cambiar la realidad social. En la actualidad, este legado continúa resonando a través de nuevas corrientes de pensamiento como el propositivismo, una visión que busca renovar nuestras instituciones y prácticas sociales bajo una nueva ética colectiva y participativa.
El propositivismo se basa en principios sólidos que, aunque son modernos y tecnológicos, tienen profundas raíces filosóficas. Al analizar las ideas de Hegel y otros filósofos clave, podemos ver cómo el propositivismo no solo es una propuesta idealista, sino que ofrece una solución pragmática para recentrar nuestra eticidad, adaptada a las complejidades del mundo contemporáneo.
El propositivismo comparte con Hegel la idea de que la conciencia no es algo estático, sino un proceso en constante evolución. Hegel nos muestra que la autoconciencia se realiza a sí misma a través de la interacción y transformación del «otro», un concepto clave en la dialéctica del amo y el esclavo. En el propositivismo, las personas no solo son agentes pasivos dentro de un sistema social o económico; son los agentes de transformación que construyen y moldean el sistema a través de sus acciones.
Al igual que Hegel veía la evolución de la conciencia como un movimiento que negaba y transformaba lo que no es, el propositivismo también busca transformar las instituciones y estructuras sociales que ya no sirven al bienestar común. Las organizaciones propositivas no son simplemente herramientas de control o jerarquía; son organismos vivos, donde las personas participan activamente en la creación de un propósito compartido y en la definición de su propio futuro.
En la filosofía de Hegel, la eticidad (Sittlichkeit) se refiere a las costumbres, normas e instituciones sociales que permiten que el individuo se sienta en armonía con su entorno. Según Hegel, la vida humana solo alcanza su plenitud cuando está inmersa en un marco social ético que guía su conducta y su sentido de pertenencia. Esta idea es central en el propositivismo, que busca recentrar la eticidad en nuestras sociedades modernas.
En este punto, es relevante destacar una reflexión importante que surge al conectar estas ideas con el documental Human Flow, donde una mujer expresa lo siguiente sobre la experiencia de ser refugiado: «Ser un refugiado es mucho más que un estatus político. Es la crueldad más profunda que puede hacerse a un ser humano. Uno forzosamente priva a uno de todo aspecto que haría de la vida humana no solo tolerable, sino significativa». Estas palabras podrían haber salido de la boca de Hegel, quien sostenía que la vida humana solo puede alcanzar su plenitud dentro de un entorno social y cultural que le brinde sentido.
Esto nos lleva a reflexionar sobre la importancia de la nacionalidad y la pertenencia cultural. En el contexto mexicano, imaginemos lo devastador que sería tener que migrar y vivir en un país donde no se nos tratara como estamos acostumbrados: con la amabilidad, sociabilidad y cariño que son características distintivas de nuestra cultura. Perderíamos no solo un hogar físico, sino también el sentido de quiénes somos como personas. El propositivismo, en este sentido, es un llamado a que los mexicanos no esperen ser desarraigados o alienados para actuar. Nos invita a ser actores de cambio en nuestra propia tierra, utilizando nuestra acción y propósito para transformar nuestra realidad y no esperar a que fuerzas externas lo hagan por nosotros.
Hegel describe la figura del rebelde romántico, una conciencia que busca cambiar el mundo desde su propia ley del corazón, pero que a menudo se frustra al enfrentarse a la realidad social y la resistencia de otras conciencias. En muchos sentidos, el propositivismo va más allá de este idealismo romántico, ya que no se limita a una visión personal de lo que debería ser el mundo, sino que propone una estructura más pragmática y colaborativa.
El propositivismo, al igual que el caballero de la virtud, está guiado por ideales elevados. Sin embargo, reconoce que el cambio real no ocurre solo a través de la pureza moral individual, sino mediante la creación de sistemas e instituciones que permitan a las personas colaborar, participar y medir su impacto en el mundo. En lugar de actuar desde una virtud abstracta, el propositivismo busca resultados tangibles que se midan a través de la tecnología, la transparencia y la participación colectiva.
Hegel fue un crítico de la moral kantiana, que consideraba demasiado abstracta y desconectada de la realidad social. En lugar de seguir reglas universales sin tener en cuenta el contexto, Hegel argumentaba que la virtud real solo puede alcanzarse en un contexto social concreto, donde los individuos interactúan dentro de una red de relaciones y costumbres que les permiten actuar éticamente.
El propositivismo adopta esta crítica y la lleva un paso más allá. A través de herramientas como la inteligencia artificial y el blockchain, los proyectos propositivos permiten medir y evaluar el impacto real de las acciones en un entorno social concreto. Las organizaciones propositivas no se rigen por reglas abstractas, sino por la capacidad de generar un bien medible y tangible para la sociedad. Aquí, el idealismo se traduce en acciones concretas, y la virtud se realiza no en la abstracción, sino en los resultados sociales reales.
Si bien Hegel veía a la Grecia Antigua como el modelo de una sociedad donde el individuo y el colectivo estaban en armonía, también reconocía que la conciencia moderna no puede regresar a ese estado ideal. En cambio, la conciencia debe avanzar, integrando su individualidad en un nuevo marco social donde las personas se sientan «en casa» en su entorno.
El propositivismo, inspirado en esta visión, no busca una revolución destructiva ni un retorno a ideales pasados. En su lugar, propone una revolución propositiva, donde las personas construyan una nueva eticidad a través de la participación activa, la tecnología y el propósito compartido. En esta nueva eticidad, las personas no solo encuentran sentido en sus relaciones sociales, sino que también tienen el poder de crear futuros posibles a través de su libertad para participar y transformar su entorno.
El propositivismo ofrece una propuesta filosófica y práctica que está firmemente arraigada en el pensamiento de grandes filósofos como Hegel. Al igual que en la dialéctica hegeliana, donde la conciencia se transforma a través de su interacción con el mundo, el propositivismo ve a las personas no solo como participantes pasivos en la sociedad, sino como agentes activos de transformación.
A través de la creación de nuevas instituciones propositivas, basadas en el propósito, la colaboración y la transparencia, el propositivismo busca recentrar nuestra eticidad y crear un sistema social donde las personas se sientan en armonía con su entorno. Esta nueva eticidad no es una utopía romántica, sino una realidad tangible que se puede medir y mejorar a través de la tecnología y la participación activa.
En un mundo donde las viejas estructuras ya no funcionan, el propositivismo ofrece una vía para construir un futuro basado en el bienestar colectivo y la libertad creativa, tomando lo mejor de la filosofía clásica y adaptándolo a los desafíos del presente.
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